18 de junio de 2021, día del orgullo autista

(la primera parte de este texto está escrita hace casi 2 años, apenas me descubrí del espectro autista)

Lloré y sollocé al menos dos semanas luego de leer a Rudy Simone.
Compartí mi descubrimiento con pocas personas, algunas no me creyeron, y me dijeron esas frases que he leído en grupos de autistas adultos: tú no eres autista, hiciste tu vida, tienes pareja, estudiaste, te estás auto diagnosticando, te estás convenciendo a ti misma (aún me las dicen)… me quedé sólo con aquellas que me acompañaron sin juicios.

Tuve el regalo en esos días de hablar con una chica activista de un colectivo de mujeres, y ella me corroboró: si el libro te hizo sentido, eres asperger.

Lo primero que me quedó claro es que no sufro un trastorno, no soy rara, no soy histérica, no estoy loca. Sólo soy un poco distinta, y hablo un idioma un tanto diferente al común.
La segunda claridad es sobre la famosa etiqueta…
No!, no me auto etiqueté, y no es la etiqueta lo que importa, es por fin entender, saber, reconocer cómo funciono. Es por fin tener una explicación que engloba todas las singularidades de mi vida.

Lo siguiente fue que se me cayeron todos los maquillajes, y de un día para otro dejé de esforzarme por entender chistes, dejé de desgastarme descifrando voces en medio de ruidos, dejé de intentar encajar. Fue automático, no lo pensé ni planifiqué, sólo sucedió.
Y me acostumbré desde entonces a pedir que me expliquen, que bajen el volumen de la música, que me den instrucciones claras, etc. Es muy común ahora que me cuenten algo y yo diga: ah??? Explícame, no entendí.

Y comencé a estudiar –obsesivamente por supuesto-. Leí muchos libros, hice test online, participé en grupos. Leí, leí, leí. Vi películas y series. Algunas me costó verlas, aún no puedo ver The Big Bang Theory, hay rasgos que me cuesta ver espejados. Atypical me costó en un comienzo.
Particularmente me llamó la atención Temple Grandin, me topé con la película de su vida, y su madre me recordó a la mía… y sus artículos sobre el cerebro autista me fueron develando el funcionamiento del mío.

Participé y participo en grupos de adultos autistas, y he ido aprendiendo de las particularidades de nuestro cableado neurológico. Aprendí por ejemplo que ciertos estímulos tocan nuestros centros de dolor, por eso se convierten en una real tortura… en mi caso, ciertas músicas como el heavy metal y reggaetón, me ponen agresiva. Duelen, revuelven todo dentro, y con gusto iría a tirarle basura encima a quienes la emiten a volumen desmedido… me duelen, raspan, aprietan! Duelen mucho!

En estos grupos pude por fin tener conversaciones abiertas sobre dormir con tapones en los oídos, sobre los sonidos u olores que me alteran, sobre ropas que no soportamos, sobre las etiquetas, texturas, sobre alimentos, gustos e intolerancias… sobre sensibilidades varias, sobre híper sensibilidades. Y de a poco he ido adquiriendo artilugios para navegar mejor el día con mi percepción tan abierta. Aprendí a protegerme y cuidarme.

Luego llegué al libro El Cerebro Autista de Temple Grandin… fue absolutamente fascinante leerlo. Ella describe cómo funciona mi cerebro… y el de mi primer profesor de sanaciones, Harold. Leí hasta un nivel de similitud y detalle que me asombró!
Desde mi formación y trabajo como sanadora llevaba años diciendo que mi mente googlea en la energía, que navego como en la web, sigo los links de hipertexto. No sabía que muchas personas no veían las imágenes como yo las veo en mi mente. Soy hija de arquitectos, madre autista, ambos visuales, y estudié diseño. Para mí era natural ver todo en imágenes en mi pantalla interna.
Y al estudiar sanaciones con un profesor que ve igual, me fue natural fluir en esas imágenes, y en las de otras personas… porque resulta que mi cerebro autista visual es extremadamente hábil para navegar en las capas de la mente humana, sea la mía o la de otro. Qué maravilla, eh?
Sin saber, llegué a trabajar en un área en la que mi cerebro autista brilla.

Por ahí varios autores como Claudio Naranjo hablan que Occidente trata como enfermos a sus chamanes, les pone etiquetas de autista o esquizofrénico. Y los encierra en psiquiátricos.
Entonces… sí… tengo cerebro de chamán, soy vidente! Lo intuí a los 28 años en una mega crisis, y empecé el viraje entonces.

Y si yo soy autista, y mi profe lo es… entonces, de mis queridos amigos brujis cuántos lo son???… creo que la mayoría…
Lo hemos comentado, y ya van varios siguiendo mis pasos de diagnóstico y confirmando su autismo.

Y mi madre… mi amada madre… tan mal que nos llevábamos… para descubrir ahora 25 años después de su partida, que soy muy parecida a ella. Tanto que la critiqué en su ‘frialdad’, en su ‘incapacidad’ para darme una enseñanza emocional y social… claro… yo heredé su autismo.
Y ahora vengo a descubrir que me educó de la mejor manera que pudo, orgullosa de mis diferencias, orgullosa de mi mente brillante. Me guió con mano firme para que no me dejara aplastar por el sistema, por lo común, por los –ahora sé- neurotípicos. Me dio tanta herramienta para sobrevivir a esta sociedad enferma… pero no lo veía entonces.
Recuerdo tanta escena con ella, sus costumbres, sus quejas, sus TOC… tan aspie! Y día tras día voy resignificando mi historia madre e hija.
Para mi regalo… mi mente autista de bruji me permite tener sueños lúcidos con ella, y hemos ido conversando de nuestro autismo.

Mi hermano mayor… cuánto bullying, cuánta pelea brutal, cuánta incomprensión… cuánto dolor. Y claro… no había forma de entendernos, él no es del espectro. Con él también voy resignificando, recuerdo peleas, discusiones… y entiendo, y recuerdo. Él se indignaba conmigo, decía que yo era mañosa, tonta, lenta, porque no reconocía voces de cantantes, me costó aprender a conducir un auto… Y era tan simple la razón… hablamos idiomas distintos, por nuestras neurodivergencias, así que nunca nos entendimos, y nunca nos entenderemos. Nunca entendí ni entenderé sus explicaciones de cosa alguna. Y siempre vi tan claras sus inconsecuencias y contradicciones vitales.

Con mi viejo hay menos resignificación, con él alcancé a compartir bastante de mi camino de sanadora, así que él llegó a ver mis singularidades –no a aceptarlas-. Y él mismo, mirando a la Vero pequeña, me dijo más de una vez: ‘nosotros te vimos como una niña extremadamente inteligente… pero si te miro con lo que sé ahora, claramente siempre andabas en otra frecuencia, pensando a lo menos en la inmortalidad del cangrejo’.

Y bueno, seguí leyendo, estudiando, aprendiendo, conociéndome. Reconociéndome. Resignificando mi vida entera.

Aún después de casi 2 años de saber de mi autismo, me sigue ocurriendo que leo algo, recuerdo una escena de mi niñez y digo wow… ese malentendido fue por mi autismo.
Tengo una memoria prodigiosa, veo las escenas de mi pasado en HD, hasta con olores, recuerdo las fechas con precisión, detalles de la ropa, la luz de la escena… memoria de autista.
Así que la resignificación es potente… y aún más, con todo el trabajo que tengo de desarrollo de la auto consciencia.
Dentro de esta revisión de mi vida entera, he llegado a sentir que mi matrimonio anterior con todos sus problemas fue un intento de encajar y funcionar como persona común… y claro, era imposible. Yo no soy una persona común, pertenezco a una minoría. Recuerdo las quejas de la familia de mi ex marido… y veo tan claro ahora el origen de esas discusiones y diferencias. También entiendo las etiquetas de desorden de personalidad a la base, y otras que recibí en esos años… fueron desde el desconocimiento del autismo en mujeres adultas.
Duró 13 años el intento de un matrimonio neurotípico.

También estoy resignificando mi relación con mi familia extendida… ya me quedan muy pocos lazos. A unos cuantos no les interesó escuchar de mi autismo. Y ahora veo que en realidad me esforcé brutalmente por encajar y funcionar con ellos, pero siempre recibí críticas de ser rara, obsesiva, etc… recibí cariño sí… pero ya no quiero esforzarme. Siento que no hablo su idioma.

Y llegó el libro de la Neurodiversidad… vaya libro!
Que potente me fue leer todos los principios y descubrir que lo transmito en mi consulta hace 15 años… descubrir que cuando pedí atender sólo personas que quisieran crecer y desarrollar su autoconciencia, pedí que llegaran sólo neurodivergentes… porque no me entiendo con los neurotípicos!!!! No puedo atenderlos, lo supe desde el comienzo.
Pero ahora tengo toda una explicación neurológica que me respalda en lo que he trabajado en consulta.
Me sentí y siento muy  orgullosa de haber intuido todo esto, y me reafirma en mis decisiones de la Vida.

Y qué es lo que he trasmitido a quienes han llegado a mi consulta y han dicho sentirse bichos raros en esta sociedad: no intentes encajar, no lo lograrás nunca, porque hablamos un idioma un poco distinto. Busca tus dones, identifícalos, busca trabajar en base a ellos, busca un ajuste intermedio, sin intentar cumplir con todas las exigencias de esta sociedad, porque no lo lograrás. Se tú mismo, se fiel a ti mismo, y busca pares… somos millones!
Por mi parte, siempre supe que no podría trabajar con horario, yendo todos los días al mismo lugar y con un jefe con una cabeza más lenta que la mía. Así que nunca lo intenté. Le he hecho el quite todo lo que he podido a vivir como la gente común… simplemente porque no puedo hacerlo.

A la par de todo este proceso interno en el que muchas veces he llorado, busqué diagnóstico para mujer adulta autista… pero llegó el confinamiento por el covid. Y costó, pasaron meses, hasta que llegué a una profesional.
Estaba nerviosa, con miedo a que me dijeran que no soy autista, y me negaran todo lo estudiado. Pero al mismo tiempo iba confiada, tanto tiempo trabajando en mi… cómo iba a estar tan equivocada!
Y el día 21 de diciembre del 2020, el día del equinoccio de verano y día de la Estrella de Belén, la psicóloga me dijo: EA habemus!

Mi informe llegó el 2 de enero de este nuevo año… cuán ansiosa lo esperé!
Y cuán fuerte fue escuchar que di más puntaje que asperger en el test ADOS 2… que di puntaje de autista…!!!!
Mi primer pensamiento fue: cuánto me he esforzado en la vida!!!!
Fue un shock… escuchar toda la devolución y luego leer el informe.
Cresta… creí que socializaba mejor…
Lloré otra vez… mucho.
Y la devolución fue con un encargo: leer el informe con mi compañero para marcar lo que cada uno sentía más notorio de mi autismo. Y luego vendría una entrevista con ella y él, para contestar dudas.

Con el informe completo impreso, en un lindo atardecer de enero, leímos y comentamos el informe los 3, mi compañero, el crío y yo. Ellos me reconocieron en todos los rasgos… y en los que no me reconocía yo, me dieron ejemplos con risas para mostrarme que sí…
Fue un alegre regalo develar y visibilizar con ellos mi autismo.

Y desde entonces, todo ha cambiado.
Ahora mis crisis son visibles, ellos me ven que colapso. Y yo también me doy cuenta,  aprendí a frenar, dejar de exigirme, y a refugiarme de varias maneras.
He aprendido a pedirles actos y detalles para ayudarme. Ellos han aprendido a hablarme de otra manera, ahora saben que necesito listas, instrucciones precisas y claras.
Siguen intentando hacerme bromas… pero ahora nos reímos los tres, por mi demora en captar sus intenciones. Mi compañero me dice que me hace bromas por si llego a hacer las conexiones neuronales necesarias para entender… Al final me río más de sus esfuerzos que por entender la broma…

Y qué más ha cambiado?
Pues… ahora ando más tranquila y relajada por la Vida.
Me descubrí haciendo esterotipias más evidentes. Me he dado cuenta que colapso a cada rato y que no soy tan estable ni tan zen como creía… y está bien. La meditación sigue siendo un recurso de calma maravilloso para mis crisis, eso no ha cambiado.
Estoy asumiendo mis diferencias, como mi mente brillante y rapidísima, y ya no pido a otros que piensen como yo… pues no pueden… porque soy distinta. Siempre lo supe, pero ahora tengo una explicación neurológica.
Y ahora tiene explicación mi mente clara para descifrar tejidos, para computadores y celulares, mi memoria prodigiosa; mi obsesión con el orden, los papeles de colores, los gatos, las tragedias, la honestidad y la Verdad última…
Mi ritmo brutal de trabajo si me gusta lo que hago. Mi desinterés casi despectivo en lo que no me interesa.
También me he dado cuenta que en realidad no soy tan sociable como creía, y prefiero mil veces estar con unos pocos y en silencio. Y mejor, en medio de la naturaleza.
De hecho, en lo que más se nota mi autismo es precisamente en la forma en que me comunico… fue una sorpresa leer que evado el contacto visual, que hago pocos gestos, que no busco socializar, solo respondo si me buscan.

También dejé de pedir que otros vean tan claro como yo los patrones emocionales y creencias propias y de otros. Aprendí que tengo una mente privilegiada para verlos, pero no es una habilidad común.

Qué ha cambiado?… pues ahora soy YO… por fin!
Sin maquillajes, sin esfuerzos… soy quien soy.
Por sobre todas las cosas, siento que la honestidad y la transparencia tan anheladas por fin llegaron a mi vida. Por fin me puedo relacionar con quienes amo de manera directa, sin esfuerzos, sin maquillajes… simplemente soy quien soy. Y ellos también son quienes son… porque la honestidad y las transparencia nos llegó a todos mis cercanos.

Como dice mi presentación en instagram:

Mujer orgullosamente autista. Budista. Gatera.
Sanadora, vidente, comunicadora interespecies.
Diseñadora, investigadora de textiles patrimoniales.
Y llevo 18 años ayudando a desatar nudos del alma.

Namasté!

(la primera parte de este texto está escrita hace casi 2 años, apenas me descubrí del espectro autista)

SOY AUTISTA

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