Y bueno, tras 3 años de proceso desde que me dí cuenta de ser autista, de llegar aun grupo de chicas del espectro que me apoyó, y de comenzar un proceso de resignificación de mi vida que aún continúa…
Tras una evaluación muy amorosa con ADOS II, dos psiquiatras desastrosas -que igual confirmaron mi autismo-, una tercera muy cobijadora…
Tras la entrevista social y apoyo con Cecilia -de Wazu-, más la fonoaudióloga del COMPIN…
Este es el resultado:
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Soy de la tríada EA+AACC+DAH (espectro autista, altas capacidades, déficit atencional), y curiosamente me es más fácil confesar el autismo y la dispersión, que las altas capacidades… de las que he estado consciente toda mi vida, pues mi madre me llevó a mediciones de coeficiente intelectual desde los 4 años, edad a la que aprendí a leer, escribir, sumar, restar. Salí de 15 años del colegio.
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Y bueno… con todo esto… esta es mi credencial de discapacidad… tengo una mente brillante para algunas cosas, apoyada por mi hiperfoco autista y por mi mente de cazadora del DAH.
Pero no me siento capaz de vivir en el mundo tradicional y ‘normal’.
Así que el 50% de discapacidad con que me evaluaron es fuerte… y me refleja bien… sobre todo por las hipersensibilidades agotadoras con las que vivo a diario.
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Esta es mi credencial… a mi edad… es fuerte tenerla, pero también es un alivio poder entender mis dificultades de la vida, mis diferencias y empoderarme en ellas (la movilidad reducida es por discopatías y lesiones varias).
Precisamente es la triada la que me hace navegar tan fácil en la mente propia y la de otros… Para las culturas originarias, tengo cerebro de chamán, de machi!
Sé que no estoy ni fallada, ni rota… Sólo soy distinta.
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Comparto esto, porque en la comunidad autista hay todo un movimiento de ir por la credencial, para que se sepa que somos muchísimos los autistas adultos.
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