Y heme aquí leyendo este maravilloso libro de @soymamavaliente y @autiblog sobre el camuflaje en tres neurodivergencias.
Pertenezco a las tres ND, más el desorden de procesamiento sensorial (soy horrorosamente sensible).
Voy lento en la lectura, igual que en los libros de Temple Grandin, me voy reconociendo, voy recordando, resignificando. A ratos duele, a ratos lloro, he tenido que ir leeeento, parar, procesar, recordar… Es demasiado el remezón interno de ir tomando consciencia del esfuerzo constante y agotador a lo largo de toda la vida… El esfuerzo no consciente de ocultar partes del auténtico ser, para ser aceptados en la sociedad común.
Duele darse cuenta de que hemos sido aceptados tal cual somos por muy pocas personas (por eso amo a mis gatos y a mi tribu bruji autista).
Y duele darse cuenta que hay que seguir enmascarando para sobrevivir en una sociedad que nos es ajena.
Participé de la encuesta que cita el libro. Cuándo contesté, aún estaba con la hiperventilación del diagnóstico reciente, y había dejado de enmascarar mucho, casi sin pensarlo; había dejado de bruxar, me sentía más libre.
Pero al responder la encuesta me di cuenta que aún enmascaraba bastante. Y ahora al leer, me voy dando cuenta que retrocedí, y que he vuelto a enmascarar casi como antes, y volvió el bruxismo, y el cansancio cotidiano de guardarme, esconderme y camuflar.
Ahora el camuflaje es consciente, es por elección, pero no por ser consciente es menos doloroso. Puede doler aún más.
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Quisiera un mundo en que la diversidad humana sea tan natural como la diversidad de colores y tamaños de gatos… En que nosotros con cerebros distintos del común no seamos discriminados ni rechazados.
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Es un libro maravilloso, escrito en primera persona, por quienes viven el camuflaje.
Si eres neurodivergente, léelo!
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