Un 26 de abril del 2006 tuve mi primera paciente agendada en mi consulta. Desde esa fecha he atendido continuamente, con las pausas necesarias de vacaciones y salidas varias, para descansar la mente, el cuerpo y el alma.

Van casi 12 años desde mi primer curso de sanación con Harold Moskovitz, comenzado en una fecha sensible para mi historia personal. Sigo sintiéndome profundamente agradecida de su guía y contención durante 4 años de cursos y ayudantías. Nos dio una base firme en la que sustentar el aprendizaje posterior, nos dejó libres para llegar a la plenitud escogida por cada espíritu.
Apenas dos días después de ese primer fin de semana intenso de curso, me puse a probar lo aprendido… y, oh maravilla,¡ me resultó tan fácil! Pude identificar los chakras con las manos en las primeras terapias que hice, empecé a sentir señales distintas según los dolores y afecciones de la persona que recibía la sanación.

Unos meses después empecé con el diplomado de clarividencia, que duraría algo más de un año. Al tomarlo, me hice la sagrada promesa de abrir una consulta al terminar el curso. Durante todo ese tiempo conté con el genial apoyo de mi entonces marido Claudio, quien solía preguntarme qué veía con mis ojos nuevos… todo ese tiempo fue un viraje gigantesco en la forma de percibir y vivir la vida. Y ahora me doy cuenta que fue apenas el comienzo de un cambio de paradigma de vida. También, agradezco de corazón su apoyo y confianza de esos primeros años. La Vida y mis cambios internos separaron nuestros caminos un tiempo después.

Se sucedieron varios cursos más de sanación con Harold, y mes tras mes las sesiones del diplomado de clarividencia. Si repaso lo aprendido entonces, veo que fue una base neutral que me permitió escoger con claridad a otros maestros y otros caminos de sanación. Harold nos enseñó a no depender de gurú alguno, a no confiar en quienes te absorben, en quienes generan dependencia y coartan el libre albedrío del aprendiz. Nos guió a mirar con atención toda clase de mitos, ritos, mantras… invitándonos a dejarnos guiar por el instinto más puro.

Casi terminando el diplomado llegó la hora de cumplir mi promesa, y junto a una compañera de cursos de sanación buscamos una oficina en Ñuñoa. La Vida me regaló un lugar mágico, a través de una querida amiga, y cerquita de mi casa… es el delicioso rincón en que sigo atendiendo, en una tranquila calle de Ñuñoa.
Lo encontré por el mes de abril, mes de tantos eventos importantes en mi vida… empecé haciendo sanaciones y retomando las lecturas de tarot, aprendizaje de 15 años antes. Al poco andar me di cuenta que el camino no sería compartido, tenía que trabajar sola.

consulta
Mi consulta.

Con la consulta ya lista, pintada, con muebles y algo de decoración, envié un mail masivo a mis contactos, anunciando mi nueva actividad. También lo publiqué en mi web. Y así empezaron a llegar los pacientes, uno tras otro… y aprendí que podía sustentarme con este nuevo oficio.
Se sucedieron algunos cursos de sanación que me faltaban, otro curso nuevo con Harold y luego las ayudantías. Fue un tiempo en que pude compartir mis primeras experiencias de terapeuta con él, pude recibir su guía en casos específicos que me quedaban grandes en mis inicios. Por esos días seguía fielmente el método aprendido con él: paciente sentado en una silla, limpiar aura y chakras en un determinado orden- quitando las emociones negativas, limpiando imágenes, poniendo luz, sellando el aura. Esa era la técnica de base aprendida.

Paciente tras paciente fui desarrollando la intuición, aprendiendo a confiar en las corazonadas, en las palabras sopladas al oído, en las imágenes y películas presenciadas en el aura del otro, fui adquiriendo experiencia. No recuerdo en qué momento fue que me di cuenta de cuan profundamente feliz me hace el ser testigo una y otra vez del despertar de las personas. Sólo sé que miro hacia atrás, y llevo años sintiéndome plena en este oficio.

Por ahí hice una que otra incursión en otras técnicas de sanación, pero ninguna me hizo sentido. Fue en el 2011 que llegué a Sat Nam Rasayan, con Ravi Kaur. Ella fue mi primera profesora de la técnica.
Ya venía de un despertar a la sensibilidad cotidiana con todo y hacia todo, gracias al reencuentro en esta vida con un compañero de locuras energéticas en encarnaciones anteriores. También le agradezco el regalo de aprender a sentir plantas, animales, rocas, cerros… a la manera de los pieles rojas. De esa época que desperté una sensibilidad particular a las flores, a las esencias y terapias florales.

Y como decía, el 2011 me topé con Sat Nam Rasayan, que me hizo un sentido enorme en las entrañas. Esta técnica venía de la mano de la meditación profunda. Me resonó fuerte el soltar el juicio, y aprender que el secreto de la felicidad es permitir, abandonarse, rendirse a la Vida, dejar de luchar.
Hice 2 cursos con Ravi, y luego con los maestros de la técnica: Guru Dev y Ambrosio Espinosa. He tomado 3 cursos con el primero, 4 con el segundo. La meditación se coló en mi vida… y se quedó.
Y por ahí por el 2012 lentamente me fui cambiando de la técnica de Harold a esta nueva, que sentí mucho más amable, calma y profunda. Con la guía de Ambrosio, paso a paso pude integrar todo mi conocimiento y experiencia de ver el aura, con el sentir físico que se me despertó. Ahora puedo navegar dentro de la conciencia del paciente como aprendí con Harold o sintiendo físicamente, y liberar con la técnica meditativa. Ya van casi 4 años atendiendo así, por lo que la meditación se me ha hecho una forma de vida… y también se me extendió a la vida cotidiana. El resultado ha sido que la calma interna ha llegado por fin.

Si miro hacia atrás… reflexiono que en mis años previos no habría imaginado convertirme en una “vidente”. No imaginaba que atendería pacientes, ni menos sospechaba la habilidad que tengo para desatar nudos dentro de las personas; sanadora de alma, me dicen mis profesores. Me observo… y me agradezco haberme entregado a esa compulsión de buscar y buscar explicaciones profundas de la vida.

Por ahí por el 2012 también me llegó Adyashanti a la vida. El trabajo con él es más personal, pero ha sido un complemento maravilloso con Sat Nam Rasayan, pues la suma ha contribuido a que la compasión antaño oculta dentro de mi corazón ha empezado a brotar…
Por ahí también me topé con las constelaciones familiares, que me ha resultado un conocimiento útil para traducir lo que llevo años percibiendo en el aura: las marcas de la historia familiar ancestral.

Leyendo y aplicando las enseñanzas de Adyashanti, me di cuenta que mi camino tiene que ver con el Zen. Mi pulsión es llegar a experimentar la unidad, la no división, la manera en que perciben gatos, osos, hormigas, árboles… los humanos somos los únicos habitantes de este planeta que percibimos de manera separada, que no nos damos cuenta que somos una sola red de energía y conciencia.

Van 28 años de camino en torno al desarrollo de la conciencia. Los últimos 10 han sido un caminar compartido, con el regalo de observar y percibir tanta conciencia, tanta historia, tanta magia de la vida, en aquellos que acuden a mi consulta. Ser testigo de tanta vivencia me ha ido legando una percepción serena de la vida. Mi propia compulsión hacia el despertar espiritual le muestra el camino a otros. Es lo que recibí de mis profesores, el ejemplo de su camino recorrido. Es lo que doy a otros. Y cada vez de una manera más compasiva, sin juicios.

10 años atendiendo… creo que hago alrededor de 1000 sesiones al año… no sé a cuantas personas he atendido. Algunas de las que atendí en esos primeros días del 2006 se convirtieron en amistades “brujis”. Algunas vuelven después de años y me cuentan cuánto les ha cambiado la vida. Otras me recomiendan a conocidos… otras me traen a sus hijos, a su familia extendida… otras se van enojadas… y vuelven un tiempo después, porque lo que les dije se hizo realidad.

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Sanando.

Algunas personas se abrieron a vivir milagros de sanación como sanar un cáncer terminal -mi propio padre- y otras decidieron tomar la sanación para partir en paz al otro lado. He visto personas salir de depresiones de la vida, de relaciones tormentosas de décadas… vivir procesos de separación de manera calma… he presenciado muchas historias de acortar o alivianar procesos de enfermedades complejas. Otras aceptaron y abrazaron su enfermedad, tras la comprensión de su origen. He visto dejar ir actitudes de la vida, tras integrar la historia de algún ancestro… encontrar el camino de la vida… tanta historia personal, tanto milagro en 10 años.

Sea que la persona pida lectura de tarot, le prepare esencias florales, conversemos, pida lectura de aura… recibe una invitación a vivir de manera más consciente. Muchos que vienen a mi consulta la toman, y emprenden un viaje sin regreso hacia una vida más sana.
La magia de las sanaciones radica en que uno comienza a cuidarse por primera vez en la vida, surge la capacidad de tomar decisiones más sanas, de escuchar el instinto. Mente, corazón e instinto comienzan por fin a trabajar juntos en pos de nuestro bienestar profundo.

Humildemente pido disculpas por los errores cometidos, y agradezco de corazón a todos los que me han acompañado en este camino y que ya no están… todo es perfecto tal cual ocurrió. Agradezco a quienes están hoy en mi vida; y en particular a mi calmo compañero y su pequeño gran hijo, les doy las gracias de corazón por el compartir y el amar.

Soy feliz atendiendo personas, presenciando historias, admirando el milagro de la vida en cada pequeño detalle cotidiano, aliviando el sufrimiento. Soy feliz presenciando de manera consciente el despertar; la luz invadiendo una consciencia y develando las temidas zonas oscuras -que resultan ser menos temibles al hacerlas conscientes, al observarlas con amor. Soy feliz regalando el secreto de la chispa divina, de la compasión y sabiduría propias de todo corazón.

Namasté!

10 años atendiendo…
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