De regalo de Navidad del 2012 llegó a mi vida Adyashanti. Un maestro de San Francisco, USA, cuyas enseñanzas son muy puras.
El primer contacto con él fue su libro “El final de tu mundo”, al hojearlo y buscar la foto del autor, su mirada transparente me traspasó para siempre. Leerlo arrasó con muchas certezas y creencias de la cotidiana dualidad en que vivimos. Fue tan fuerte el efecto, que a ratos perdía la percepción de la materialidad, de la solidez de los objetos. Entendí en ese proceso que había cruzado un umbral más significativo que otros anteriores. Desde entonces, he buscado más libros de él, he visto muchos videos en youtube, y me suscribí a las newsletters de su organización.

Casi un año después de mi primer encuentro, me llegó la invitación a participar en un curso online con él. En inglés… todo un desafío. Me tomó dos segundos decidirme. El curso apunta a ir más allá de trascender el ego, más allá del yo consciente, al vacío, más allá de los límites de la individualidad.

Experimentar el vacío total por primera vez fue una experiencia devastadora, derrumbó mi mundo, tal como él dice que ocurre en estas ocasiones. Traspasado el miedo inicial, descubrí que ese vacío me sustenta, me cobija, me sostiene, y que es la razón última de todo.

He ido y vuelto de ese vacío muchas veces este año, de la mano de la meditación profunda aprendida en Sat Nam Rasayan. La costumbre de permitir todo lo que ocurra, sin hacer resistencia, ha sido fundamental en este dejarme caer en el vacío calmo y silencioso.
La meditación cotidiana me permite ser consciente de mis emociones, de mi ego, mis pensamientos. Ya soy capaz de mirarme honestamente, y buscar de dónde viene esa resistencia que me impide fluir con lo que es.

Desde la primera sesión de este curso, empecé a entrar más rápido en el vacío, perdiendo paulatinamente la sensación de separación con el mundo. A la mañana siguiente de la primera sesión, acaricié a uno de mis gatos, y sentí que me acariciaba yo; comí una pera, y sentí que me comía a mí misma. Observo un árbol, veo su hojas, y soy una con ese árbol, ya no puedo sentirme separada de cualquier ser u objeto.
En este proceso de dejar la dualidad, observo nuestra manera habitual de vivir, de sentir, nuestras creencias… y ya no me hace sentido. A ratos me resulta casi un idioma desconocido, y miro sin entender ya como pasé tanto tiempo creyendo en la separación. Miro a quienes sienten a un Dios externo, y me resulta tan extraño…

Al mismo tiempo he experimentado episodios en los que mi ego ataca violentamente. He sido muy consciente en estos días de observarme, sentir ese ego herido, y permitirlo, abrazarlo hasta que se calma.  Y con plena conciencia de que el ego se basa en creencias que son sólo pensamientos, no son reales. En esos momentos recuerdo la voz de Adya diciendo: ‘is just a thought’… y lo dejo ser. Entro a ratos en sucesiones de emociones intensas y muy cambiantes que me contraen, paso de la tristeza a la rabia, al miedo, la culpa o la amargura, en 5 minutos. Y luego al gozo, la alegría y el éxtasis del despertar… y recuerdo a Adya: ‘let them be, they are just emotions, just thoughts”.
Y entonces regresa la calma… y puedo volver a evocar ese vacío sin otredad, infinito y calmo, y descansar en él.

A ratos me trabo en la falta de motivación, y he estado tratando de decidir qué hacer durante una hora o más… hasta que recuerdo su voz, «do the next obvious thing”. Recuerdo sus indicaciones de que la realidad cotidiana simplemente fluye, y si uno permite ese flujo,  no hay decisiones ni luchas.
En otros momentos me desoriento, y entonces necesito darme unos minutos para sentirme y moverme hacia la siguiente acción. Me resfrié, perdí la voz por una semana, estoy con mi sistema digestivo revuelto totalmente.

Y vuelve el ego, la mente, las emociones intensas, la conciencia clara de lo que estoy experimentando… y el vacío otra vez. Y así he estado estas tres semanas.
Permitiendo, observándome, viviendo la experiencia, ‘trusting the process’, como dice Adya.
Por momentos, incluso puedo evocar el vacío en la vida cotidiana, si mis emociones y pensamientos están relativamente en calma. Voy de a poco… no es agradable chocar con las paredes ni con un auto.

Me ha ayudado mucho en estos días releer el libro ‘El final de tu mundo’, esta vez aplicándolo a un proceso de despertar más profundo e intenso, más consciente. Me ayuda a observarme y conocerme más honesta y profundamente, a detectar mis propias trampas, a fluir con este proceso de despertar.
La claridad de Adyashanti, su transparencia, sencillez, su ser tan calmo… traspasan las páginas de los libros, las pantallas de los computadores. Su conocimiento profundo de la esencia, de la verdad, son un ejemplo de trabajo profundo de autoconsciencia, de honestidad.

Verlo, escucharlo, seguir sus enseñanzas,  me recuerdan esa voz interior que me ha susurrado toda la vida: ‘aún hay más… hay más verdad’. Esa que he buscado desde que tengo conciencia en esta encarnación. Esa verdad última de la que sentía nostalgia, y ahora por fin estoy abrazando, reconociendo, reencontrando, recordando… donde siempre estuvo… en mí.

Namasté!

Experimentando el no-self
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2 pensamientos en “Experimentando el no-self

  • 8 de diciembre de 2013 a las 22:48
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    Muy lindo Verónica, gracias por tanta honestidad, tanta verdad, por compartir tu experiencias y sentimientos. El vacío, el silencio, tan temidos, tan «tapados» ruido y actividades para no sentirlos, para no «caer» en ellos, siendo que sin ellos no somos, sólo estamos. Al menos así lo siento. Un gran abrazo.

    • 8 de diciembre de 2013 a las 22:58
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      Gracias Laura… Ya viene la continuación…

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