Hoy, simplemente hoy

Tiempo que no me daba el espacio para sentarme frente al teclado y escribir de mi proceso. Hoy es ahora… que estoy en un noveno curso con Adyashanti.

Hoy que estoy con los cables que se me cruzan, que me siento derrumbar, que todo se mueve, que todo cambia, y que me estoy dejando caer en algo que no sé qué es pero que he buscado toda mi vida. Hoy que estoy casi en la mitad de un segundo retiro online con este maestro que se me ha hecho tan preciado, y que aún me falta abrazar en persona.

Hace ya tiempo, luego del primer curso con Adya en el 2013, se me dio vuelta el mundo, cambió mi percepción para siempre, y fui capaz de ver la Unidad y la Magia de la Vida en todo y en todos… esa vez el proceso fue fuerte, desorientador a ratos, y me pude apoyar en la relectura de su libro El Final de tu Mundo.
En ese texto, Adya resume: “No te equivoques, la iluminación es un proceso destructivo. No tiene nada que ver con ser mejor o más feliz. La iluminación es el derrumbamiento de lo que no es verdad. Es ver más allá de la fachada del fingimiento. Es la completa erradicación de todo lo que imaginábamos que era verdad.”

Y vaya que ha sido destructivo… en el sentido que ya no veo el Mundo, la Vida como antes. Ya desde ese primer curso con Adya supe que había llegado a donde quería… sólo que no era una meta, es una ruta, un camino con corazón que recorreré por el resto de mis días en cuerpo humano.
Desde entonces aprendí a buscar dentro de mí, cada vez más profundo y de la mano de mi amada meditación, aprendida en Sat Nam Rasayan. Sin confiar profundamente en la meditación, no estaría transitando este camino que exige un reseteo contante, un soltar cotidiano de creencias, ideas, filosofías, y todos los ismos que creamos los humanos.

Lentamente he ido recorriendo el camino de la Iluminación (palabra demasiado usada)… paso a paso he ido adentrándome y dejándome caer en el Silencio, en la Consciencia, en la Claridad, en la Presencia… en la Verdad.

¿Por qué? Ni idea… es un llamado que he sentido desde que tengo consciencia y al que he acudido con desesperación, con tozudez y terquedad… con amor y confianza, y con profunda curiosidad.
No recuerdo cuando escuché o leí por primera vez la palabra… recuerdo un momento preciso en que me llamó la atención un camino de búsqueda que vi citado en un libro. Y desde entonces supe qué quería…
Y desde el primer curso con Adya, dejé de buscar, lo encontré todo: en medio de mí, en medio de todas partes… en la Vida entera.
Desde entonces no he dejado de trabajar, de indagar, de preguntarme, de buscar estar más despierta, más consciente, más… más… lo que sea, pero más…

Me llama profundamente la atención la vibra de algunos maestros: Adyashanti, Jeff Foster, Thích Nhất Hạnh, Mooji, Eckhart Tolle, Ram Dass, Ramana… y otros tantos. Tan transparentes, tan calmos, irradian paz, luz, claridad, consciencia despierta, compasión, aceptación… y quiero eso para mí, en mí.

Ni idea por qué… sólo lo quiero.

Por ahí dicen los maestros que no es uno el que quiere despertar, es la propia Vida, Tao o Creación que pugna por despertar y hacerse consciente a través de uno, y de otros seres. Pugna por experimentarse a sí misma, y nos crea y nos usa… casi como títeres.
Y bueno, he sido un terco títere de la Existencia, un tozudo títere, imbuido en descubrir quién y qué soy…
Y aquí estoy… aquí soy… hoy soy… soy.

Al escribir y releerme me doy cuenta que cuando hice el primer curso vi la Unidad, vi la Magia, me veía a mí misma en otro. Veía la Existencia experimentándose a sí misma:
“… la maravilla de la creación de un paquete de pañuelos desechables en el supermercado, y sentir la misma esencia en uno de mis gatos estirándose floja y placenteramente al sol…
La misma esencia en mis cicatrices y en el mapa de mi vida, en la vida de un paciente que ha experimentado la muerte de tantos… en mis historias de pareja, en mi historia de nacimiento…
La misma trama de la vida en todo, la misma maravilla de la creación, la diversidad… la existencia experimentándose a sí misma en todo. La existencia en forma de mi gata Mota, rompiendo con sus garras a la existencia hecha cubrecama… la existencia en forma de Nelson Mandela regresando a la eternidad, en forma de basura que alguien arroja en la calle…”

Y releo mi texto de hace 6 años… y noto una pequeña y gran diferencia… ahora SIENTO la Existencia experimentándose a sí misma, en mí y en todo… recién me dejé caer en este sentir… es nuevo, es más profundo, es menos mental (y mi gata Mota ya regresó a la eternidad).

Y al mismo tiempo, sé en mi interior que esta ruta que recorro es sin fin, y es la que siempre deseé y busqué… y sin esperarlo, me encontré con la Aceptación Profunda de la Vida, y con la Compasión… ambas se han convertido en tremendas compañeras de camino.

Meditación, Silencio, Compasión, Aceptación, Claridad, Amor, Presencia Consciente, Verdad… mis grandes guías y compañeros de camino… hasta donde nos lleve este gran Camino…

Por ahí hay un dicho Zen que dice algo así: “Antes de estudiar Zen eran montañas y ríos. Con el Zen ya no son montañas y ríos. Y luego son montañas y ríos otra vez.” Y cómo dice Adya: «Always being, always becoming.»

Namasté!

(quizás no es muy claro mi escrito… pero es lo que hay hoy)