Recuerdo haber leído unos cuantos libros hace unos 30 años, buscando sobre eso de ver el aura. Sólo llegaba a percibir ese leve calor al poner una mano cerca de un humano cualquiera. Mi hermano ingeniero se burlaba de mis intentos.
Luego vinieron los cursos con Harold. Ilusamente, yo creía que iba a salir viendo estrellitas desde el primer curso, pero no. Fue un proceso largo, en que sentí que yo quería aprender, que él era el profesor adecuado, y en que confié que el trabajo constante y aplicado daría frutos.
Esos primeros días, más bien sentía, intuía.
Creo que fue recién tras el tercer curso que empecé a ver figuras abstractas. Un cuadrado, una masa de energía saliendo en alguna sanación, colores básicos. Pero sentía mucho con mis manos al hacer sanaciones.
Pasaron los meses y las sesiones de cursos de sanación y clarividencia. Práctica tras práctica, ejercicio tras ejercicio, sí ví. Entre mis compañeros había los que veían unas tremendas películas alrededor de las personas, otros veían casi nada, y yo veía símbolos, metáforas, películas cortas y concentradas. Pero me encontré con la habilidad enorme de navegar y bucear en esos bloques de información que me llegaban.
Harold nos enseñó 3 preguntas básicas a hacerse cuando llega alguna información energética: ¿de quién, de cuándo y de dónde es esto que percibo?
La idea era que esas preguntas fueran automáticas con el tiempo, y que fueran tan rápidas, que uno ya no las tuviera que formular, que resultara un proceso casi instantáneo de indagación.
Mucho del trabajo de las imágenes que enseña él viene de los trucos de la programación neurolingüística.
En el curso de clarividencia aprendimos que siempre llega una imagen si uno hace alguna pregunta. Y esa imagen es analizable. Siempre se puede preguntar que hay más allá de la imagen, de dónde viene, hacia dónde va. La película se puede adelantar, atrasar, mirar con lupa, es como buscar en google. Es cosa de atreverse y jugar, preguntar, ser naturalmente curioso, sin miedo a lo que se ve.
Ya terminando el diplomado de clarividencia, me lancé a atender y a poner en práctica todo lo aprendido. De tanto ver a Harold, le copié hasta el movimiento de la mirada al buscar información. Y también me inspiró su curiosidad infinita, la costumbre de buscar las respuestas a lo que fuera, porque… google contiene las respuestas de todo!
Heredé de él la costumbre de preguntar al paciente cuando veo algo, no lo comunico como afirmación, sino que le pregunto: tu madre es posesiva?, te molestan las rodillas?, tienes úlcera? Me parece una forma amable de irse adentrando en la conciencia del consultante.
Y entonces… ¿qué es lo que veo en el aura de alguien?
Pues… veo colores, películas, escenas, personas, recuerdos, enfermedades, traumas, bloqueos, historias y traumas familiares, vidas pasadas, algo de tendencias al futuro… Da para mucho. El aura es un disco duro lleno de hologramas, y aprendí a navegar en ellos. A veces empiezo de un color, tristeza… la persona me cuenta por qué está triste, y comienzo a hacer preguntas, atenta a lo que muestra el aura tras cada pregunta, tras cada historia que me transmiten. De tanto bucear en auras, desarrollé la habilidad para encontrar las causas profundas de los problemas, guiada por mi intuición.
En ocasiones no es necesario buscar, pues la persona viene con la información muy a flor de piel, y apenas habla de su tema, saltan las imágenes y hologramas de manera muy visible.
A veces veo películas muy definidas y literales, como una ocasión en que vi el modelo y color de un auto en un accidente. Otras veces veo metáforas. Puede ser que aparezca una imagen que es algo confusa, pero el mensaje viene muy claro.
Por ejemplo, una vez llegó alguien con jaqueca fuerte. Mientras encendía velas y me preparaba para la sesión, me llegó el mensaje de que era por alguien nuevo en su trabajo. Le pregunté a la paciente, y lo negó tres veces. Miré con más atención, descifrando el mensaje, y le dije: “llegó alguien a tu trabajo, a un cargo superior. Y cuando están en sus puestos de trabajo, él queda a tu izquierda. Él necesita saber rápido todo lo que tu manejas en tu trabajo, por lo que ha estado lanzando cordones energéticos a tu cabeza…” Y efectivamente, había llegado alguien, y se ubicaba donde yo dije.
No podría decir que la primera imagen que me llegó fue clara, pero sí lo comprendí de inmediato.
En otras ocasiones ocurre que no entiendo lo que veo o me llega… en esos momentos cuento al paciente, describo todo lo que me llega. Puede ocurrir que los conceptos de vida sean tan distintos a los míos, que no logro captar el mensaje… pero el paciente si lo entiende.
Durante las sesiones de tarot suelen preguntarme por la salud, eso no lo veo en las cartas. Miro directamente el aura, la recorro… veo colores y zonas… rojo oscuro en las piernas: tienes várices?… azul en el plexo solar: tienes diabetes, desórdenes de insulina?… blanco opaco en el pecho: asma?
A veces me conecto muy rápido con el consultante, y no alcanzo a ver el color, llega la información directa, pregunto… y voilá!
Harold enseñó trucos varios para ver cantidad de hijos posibles, enfermedades, contratos con otros espíritus, acuerdos de otras vidas, y un largo etcétera. Parte de sus enseñanzas también son una invitación a descubrir el lenguaje propio de la clarividencia.
Y entre otras muchas cosas, también nos mostró que no hay barreras de tiempo ni espacio para leer auras o energías de otros seres conscientes.
No hay límites… se puede leer el aura de personas vivas o fallecidas, que estén muy lejos o frente a uno. Auras de árboles, gatos, montañas, aves, autos… de lo que sea.
El aura es el campo energético del átomo… todo está hecho por átomos, todo tiene aura.
Fue muy enfático en el tema de practicar, practicar, practicar… y nos dejó muy en claro que pasarían años antes de llegar a integrar realmente la videncia en la cotidianeidad, antes de llegar a fluir con la percepción clara y consciente. Una parte importantísima de la práctica de la clarividencia es conocerse, limpiarse, solucionar traumas… la idea es llegar a ser una persona neutral y clara, para poder percibir de la misma manera.
Si uno no se limpia, se convierte en un vidente con ceguera selectiva… que puede ver mucho, pero todo teñido por los filtros de sus propias emociones.
Ya voy en 13 años de práctica, auto limpieza, auto observación y aprendizajes sobre sanaciones.
Mis primeros años sólo veía, era muy fiel a las enseñanzas de Harold. Aprendí a fluir con lo que me llegara, a hacerle caso a la información que videnteaba. Descubrí que mis percepciones eran más fiables que lo el paciente me decía.
Pasaron los años, quise enseñar, empecé con los primeros talleres. Supe que esto de percibir el aura es algo innato en los humanos, que sólo se trata de despertar una habilidad dormida, y que es muy fácil hacerlo. En eso mismos talleres, me topé con personas que no ven la energía, pero la sienten, la huelen, alguien les habla, o una mezcla de todas estas opciones.
Tuve que aprender a guiar distintos tipos de percepciones, todas igual de efectivas, y todas llegando al mismo mensaje sobre una persona o situación.
Y entonces… llegué a Sat Nam Rasayan… a sentir. Me pidieron dejar de lado lo que veía, y sentir, sentir, confiar en lo que el cuerpo capta. Los primeros instructores que tuve tendían a demonizar la videncia… claro, hay muchos que no son neutrales para percibir, y se auto engañan… y le hacen mala fama a los que sí percibimos claro.
Siempre hay una sensación… me enseñaron.
¿Y qué hacer con lo que veía? (siempre hay una imagen).
Luché un año con el sentir y el ver… no sabía a cuál de los dos sentidos aferrarme, y por entonces usaba la técnica de Harold en sanaciones, que ya manejaba muy bien.
Pero los estados meditativos de conciencia empezaron a seducirme. Y de repente me vi cambiando a sanación meditativa en medio de una terapia… y a los pacientes les gustó.
Seguí con la lucha interna un tiempo… aprendiendo a sentir, meditando, pero sin renunciar a lo que veía. Tomé una instrucción de Ambrosio – el instructor español de Sat Nam Rasayan- “si llega una imagen, busca la sensación física que te produce”. También tuve varias conversaciones con él, en las que me validó mi videncia, y me indicó seguir funcionando desde mi mapa del aura, que ya lo tenía muy internalizado.
Continué usando la videncia para evaluar y diagnosticar, pero me cambié a la sanación meditativa, pues me gustó la ausencia de juicio en la terapia, y también me di cuenta que la liberación era más profunda.
Y me gustó tanto la meditación, que quise enseñar… y practicar.
Y de tanta práctica meditativa, me acostumbré a sentir, incorporé todo lo que percibía, aprendí a observarlo, permitirlo, fuera lo que fuera, sobre personas lugares, animales, espacios, etc.
De tanta práctica… se me mezclaron las dos percepciones. También incorporé las auditivas. Ahora me entrego a que la información llegue, como sea.
Me es difícil discernir si la información sobre un trauma llegó por sensación, por imagen, porque alguien me lo sopló, o lo supe. Me llega muy rápido, ya todo es un proceso automático.
De mi mapa original, sé que rojo oscuro es rabia, y que si lo veo en el estómago, es úlcera o gastritis recurrentes. Si lo veo en la cabeza, son jaquecas, hipertensión, accidentes vasculares. Pero ya no sé si siempre veo la imagen, o sentí la presión de la cabeza del paciente y supe lo que era… a veces mis alumnos me preguntan, y me cuesta explicar. Pues al ver una persona como paciente se me despiertan todos los aprendizajes y mapas juntos: puedo sentir algo en mi corazón, y ya sé por mi idioma interno que es tristeza del otro, y me llega la información que se le murió alguien, o que discutió con otro, o que está con depresión… y si llega eso busco de inmediato la causa, y sigo googleando en el aura mientras hago preguntas y observo los hologramas… y siento… y escucho… y estoy atenta… observo mis sensaciones, las permito… atenta.
Atenta… a energías de la mamá, del papá, del jefe, de los hijos, de alguna pérdida de bebé… de un hermano, de las frustraciones, enfermedades, de lo que se dice la persona a sí misma… algún trauma familiar, historias de ancestros de otras culturas… algún karma no resuelto de otra vida… alguna promesa dura hecha en esta u otra vida… y un largo etcétera…
Todo lo aprendido en largos 13 años se activa al ver a un paciente, las 3 preguntas, sentir, ver, buscar, confiar en lo que percibo, preguntar, corroborar… ocurre en pocos segundos.
Muchas veces gasto más tiempo explicando al paciente lo que veo, o llevándolo a que reconozca algo que está oculto en su conciencia profunda, y que lucha por aparecer.
No hay tiempo ni espacio en la percepción… uno sintoniza esa red, esa malla continua de conciencia y energía que sustenta todo lo que existe. Llámese Om, Akasha, el Tao, Dios, La Vida. Una sola gran internet universal que contiene todo lo que hay.
Ser vidente es poder conectar esa red a voluntad, y saber moverse en ella de manera clara y neutral.
Sí, soy vidente… aunque parece que no veo tanto, sino que más bien siento y sé. Pero eso da lo mismo: el punto es que percibo la consciencia de los seres sintientes de manera muy clara y precisa, y puedo ayudar a ordenarla y despejarla.
Sí, soy vidente… y todos lo somos. Percibir el aura y las energías es una habilidad innata del ser humano, y creo que de todos los seres conscientes. Animales y plantas sienten, perciben mucho más de lo que creemos.
Soy vidente… y me gustaría que todos rescatáramos esta habilidad, pues al percibir las energías directamente dejan de tener sentido las mentiras, los engaños, los negociados sucios. Nos ahorraríamos tanto problema si ya no pudiera existir la mentira… si ya dejáramos de esconder las emociones.
Cómo se podría ocultar la tristeza, si el aura se pone azul… sin la necesidad de ocultar la emoción, habría menos depresión.
Percibir el aura es honestidad pura, algo que nos hace mucha falta en estos días. También nos hace falta dejar de enjuiciar… Todo esto tiene que ver con atrevernos a ser quienes somos, sin máscaras… al percibir auras, las máscaras y disfraces dejan de tener sentido.
Los niños perciben todo, al menos hasta que entran al colegio… si no perdieran la habilidad, si siguieran atentos a sus percepciones, se ahorrarían tanto trauma: los que hace bullying lo tienen marcado en el aura, los acosadores sexuales… los maltratadores… los pedófilos… se les lee tan claro en el aura, y los niños lo ven y lo saben!
Sí, soy vidente, y quisiera que todos lo fuéramos, siento que es tan necesario… viviríamos en honestidad y claridad pura… como los niños.
Namasté!
(las ilustraciones pertenecen al libro Aura y Chakras, de Harold Moskowitz)