Un día de primero de noviembre, gracias a mis seminarios de textiles, aterricé junto a una colega en la añosa ciudad de Lima.
Era el día de los muertos, por lo que las ansiedades de los limeños andaban un tanto desbordadas, entre tanta fiesta y conmemoración.
Buscando comodidad, mi colega y yo elegimos, entre todos los alojamientos disponibles para el seminario, un hotelcillo en Pueblo Libre, el mismo distrito donde está el museo donde se realizaría el seminario.
Previamente había hecho un estudio del clima local, buscando entender a qué diablos se referían con eso de “brillo solar”. Finalmente entendí algo de temperaturas medias y empaqué ropas acordes a las predicciones.
La llegada a una ciudad seca del desierto más árido del mundo es similar en todas ellas. Carreteras rodeadas de arenas, casi nada o nada de vegetación, y luego casas grises con poco jardín y mucho cemento y madera.
Ya acercándonos a la ciudad, descubro que está la misma plaga de artistas callejeros y limpia vidrios que en Santiago city. Niños pidiendo monedas, otros jugando con pelotas, y otros con detergente y limpiadores en mano.
El tránsito se ve desordenado, y los conductores más criminales que en latitudes más sureñas. Los taxis son de todos colores y modelos, y hasta hay semáforos humanos!
Tras una tarde de visitas varias y de experimentar eso del “brillo solar”, ya en el hotel, descubrimos que cierto hoteles de Lima ofician también como moteles parejeros… Sí, en un mismo edificio, y horror de horrores… el nuestro es uno de ellos. Claro que es necesario aclarar que tenían la precaución de separar destinos por pisos del edificio.
Pues he aquí que producto del día de los muertos, la noche fue utilizada para aliviar las elevadas temperaturas corporales.
Para nuestra desgracia, quedamos en una habitación justo al lado de la recepción, por lo que durante toda la noche sentimos el tráfico de parejas que iban y venían.
Pero la parte más hot sucedió a alguna hora indeterminada de la madrugada, pues además la ventana de la habitación daba a un patio interno donde daban todas las ventanas de las otras habitaciones.
Y entonces ocurrió que tras un par de horas de sentir quejidos y ruidos varios –bastante explícitos de lo que sucedía indoor- dimos en escuchar gritos y alaridos de alguien a quien estaban matando… o fingía que la estaban matando de placer. Una mujer gritaba y chillaba para que la escuchara el distrito entero: ANIMAAAAL, ANIMAAAAL! MÁAAATAME!
No sé cuanto rato estuvo gritando –o fingiendo-, pero parecieron horas. Horas de no poder pegar pestaña gracias a la potente garganta con que dios la había echado al mundo años ha.
Tras una larga noche de ruidos y suspiros varios, al día siguiente exigimos cambio de habitación… y la mejor opción, ya que el piso entero estaba reservado para otros colegas, era una habitación del piso destinado a motel… pero lejos de la recepción!
Lo que diferenciaba las 2 áreas eran 3 o 4 canales extras en la señal del cable. Tres canales de películas XXX que se veían entre toda la parrilla normal del cable, que incluía la señal chilena de TVN. Así que cuando nos aburríamos de la programación del canal nacional, nos recreábamos con película tipo: “tu espalda contra mi pecho”, “Deby conoce el equipo nacional de fútbol” y otras similares.
Es necesario aclarar que las instalaciones del hotel eran buenas, que era limpio y bien administrado. Sólo sucedió que algunos de los que reservamos ahí, para ahorrarnos el taxi matinal al museo, desconocíamos la doble filiación hotelera.
Por lo demás… los 9 días siguientes la temperatura humana local disminuyó bastante, y no volvimos a escuchar alaridos desatados de placer, fueran fingidos o no.